La Ciotat: una estación balnearia con un rico pasado industrial
El muelle de Bérouard y el faro marca la entrada al antiguo puerto de La Ciotat y su espectáculo de veleros y embarcaciones. Pero durante tres siglos, de 1550 a 1850, en este lugar hubo un fuerte que protegía la ciudad y una prisión. Más tranquila, la antigua canoa de la Sociedad Nacional de Salvamento Marítimo se ha instalado al pie del faro, símbolo de solidaridad en el mar.
Frágiles barcos pesqueros frente al gigantismo de las grullas. Basta un mapa para reunir el encanto de esta pequeña ciudad portuaria y su sorprendente y atormentada historia industrial.
Con sus edificios, sus grúas de acero, su ascensor para barcos, el más grande de Europa, La Ciotat revela su cara industrial. Una cultura antigua (los primeros astilleros se establecieron en la ciudad en 1622) que se ha desarrollado con el tiempo, constituyendo el corazón económico de la ciudad. Con la crisis de la construcción naval en el Mediterráneo, la historia terminó abruptamente en 1988 tras la decisión de la Comisión Europea y del gobierno francés de cerrar los astilleros. Desde 2007 se dota de una plataforma de mantenimiento y reparación de grandes yates, asumiendo el reto de convertirse en líder mundial de su sector.
mascota de la ciudad, El faro y su hermosa superestructura de metal verde, trasladada unos diez metros sobre el muelle en 1972, ha conservado todo su esplendor. Al fondo, el campanario del antiguo ayuntamiento.
Instalado en las instalaciones del antiguo ayuntamiento.y gestionado por la asociación Amigos del Viejo La Ciotat, el museo Ciotaden es la memoria viva de la ciudad.
Detrás del ayuntamiento se extiende el barrio histórico de La Ciotat, entre ellas la calle Canolle y la calle Adolphe-Abeille que conducen a la iglesia de Notre-Dame de l’Assomption. La calle Abeille es representativa del carácter que se desprende del lugar, con estas antiguas casas de armadores y comerciantes del siglo XVII.mi siglo rivalizando en riqueza. Proveniente de una familia de Ciotad, Adolphe Abeille donó su casa situada en el número 22 de la ciudad, que la cedió al Hospicio. Frente al mar, la capilla, también llamada Notre-Dame de la Garde, todavía vela por los marineros.