Sare, un concentrado de identidad vasca
Los marcos de madera de Casas laboristas Sólo se han coloreado desde el siglo XIX. Este rojo característico era el color de los cascos de los barcos.
En lo profundo de la Navarra española, Sare comparte treinta y seis kilómetros de fronteras con la nación de Cervantes. Esta situación particular convirtió alguna vez al pueblo en la meca del contrabando; los robustos muchachos del país se enfrentaban a pie a las laderas pirenaicas para gestionar sus lucrativos negocios. El pueblo también debe su riqueza al coraje de los marineros que se unieron a laatlántico muy cerca del tablero balleneros o la pesca del bacalao, principalmente en los siglos XVI y XVII.
Un recorrido de dos horas, salpicado de divertidos paneles interpretativos, lleva al visitante al descubrimiento del cerdo vasco.
Un rico patrimonio histórico y un entorno privilegiado
Sare combina el rojo y el blanco de las casas tradicionales vascas (etxe) con balcones, el verde suave de las numerosas praderas escarpadas y el negro que aparece en manchas en el cuerpo de los cerdos de esta raza. urraca negra. En el pueblo, dividido en barrios rurales, se puede admirar una Herriko extea, ayuntamiento porticado del siglo XVII, una eliza (iglesia) rodeada de tumbas con estelas discoidales, puentes medievales, así como magníficas residencias de los siglos XVII y XVIII. La riqueza del patrimonio se complementa con el esplendor del entorno que invita caminatas por la naturalezaen particular tomando las numerosas vueltas que parten de la Galtzada, una encantadora calzada medieval.
Usos y costumbres
En el corazón de Labourd, rodeado de Pirineos y la montaña de runa, Sare defiende el alma y la identidad vasca. Entre Euskal Biskotxaren Erakustokia (museo del pastel vasco), partidos de rebot (variante de la pelota vasca, por equipos) y feria del pottok (raza primitiva de caballos), el pueblo celebra su patrimonio. Es esta entidad de carácter la que sirvió de modelo para Pedro Loti cuando creó el pueblo de Etchezar, para su famosa novela Ramuncho. Muchas tradiciones aún se perpetúan mucho más allá del folclore, como la transmisión de la casa a un heredero designado por el propietario en su 55 cumpleaños.