¿Qué hacer en la Costa Vasca?  4 escalas con encanto

¿Qué hacer en la Costa Vasca? 4 escalas con encanto

Anglet, un lugar para la naturaleza

Si hay algo por lo que la ciudad de Anglet es conocida es por sus playas. Y no en vano la apodan “Pequeña California”. Tanto si eres amante del deslizamiento como si eres un simple caminante, sus 4,5 km de arena fina no te dejarán indiferente. Anglet no tiene ni la elegancia de Biarritz ni el patrimonio arquitectónico de Bayona, en realidad son sólo viviendas dispersas sin realmente un centro urbano. Pero la ciudad tiene una gran ventaja. Nada menos que once playas con nombres evocadores Caballeros, corsarios, de trampa, de marinella o el Habitación del amor se extienden a lo largo de su costa. Detrás de las dunas, la ciudad es discreta y deja su lugar a la naturaleza. Un camino de dique corre a lo largo del océano, desde playa de barra en elen la playa de arena doradapara el deleite de los caminantes.

Bidard, todos en el frontón

Plaza del ayuntamiento de Bidart

En este pequeño pueblo “con un balcón al mar”, como decimos aquí, el ambiente es desenfadado y nos tomamos el tiempo para convivir. Y para ello, ¡nada como reunirse en torno a un buen partido de pelota vasca! A primera vista, se podría comparar con un pueblo cretense situado en la ladera de un acantilado, cuya deslumbrante blancura destaca sobre el mar azul celeste. Pero sus contraventanas rojas, su venerable casas laborinas con techos de tejas, su iglesia del siglo XVImi siglo flanqueada por un porche, su enorme ayuntamiento, su frontón rosa y su desenfadado ambiente de caserío de montaña hacen de Bidart uno de los pueblos más auténticos de la costa vasca.

San Juan de Luz, tu cocina culinaria

El paseo Jacques Thibault, a lo largo de la Grande Plage de San Juan de Luz

Situada en la bahía de Socoa, la antigua «ciudad de los corsarios» se ha convertido en una tranquila y próspera estación balnearia donde es bueno pasear y tomarse el tiempo para degustar sus especialidades gastronómicas, entre tradición y creatividad. Hermosas residencias de ricos armadores del siglo XVII, elegantes mansiones villas neovascas bordean las calles peatonales de San Juan de Luz hasta la orilla del mar y enmarcan la entrada al puerto, faros gemelos Art Déco todo pintado de blanco, realzado de rojo en el lado de Saint-Jean, con verde en el lado de Ciboure, divide este paisaje único que forma Bahía Socoa.

La cornisa vasca

Pointe Sainte-Anne en la Corniche Vasca

En este espacio natural protegido, que se extiende desde Ciboure hasta Hendaya, los acantilados cuentan millones de años de historia de la Tierra. Un lugar lo más cerca posible de los elementos para observar la fauna, la flora, el océano… y las estrellas. Sobre el fuerte de socoa, los promontorios rocosos de Urrugne constituyen un mirador natural donde altos acantilados estriados se hunden vertiginosamente en el mar. Las líneas y estratos que se arrugan y se amontonan son en realidad sucesiones de capas de rocas duras y blandas, que se llaman flyschs; se extienden a lo largo de toda la costa vasca, desde Biarritz hasta San Sebastián, en España.

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