¿Por qué las monedas antiguas llevaban abejas? El sorprendente secreto detrás
¿Te has preguntado alguna vez por qué antiguas monedas llevan abejas grabadas? No, no es porque los antiguos adorasen la miel tanto como Winnie the Pooh, aunque reconozcámoslo, ¿quién puede resistirse a una cucharada? Detrás de esta elección hay una historia dulce y sorprendente que conecta la naturaleza, la economía y hasta nuestro cerebro. ¡Acompáñame en este vuelo por la historia y el simbolismo de las abejas en las monedas!
La abeja y la moneda: una relación milenaria
Desde las monedas del antiguo reino de Macedonia, de hace ya 2,400 años, hasta las piezas más modernas emitidas en 2022 por la Real Casa de la Moneda Australiana, pasando por episodios históricos en la ciudad de Éfeso en el siglo V a.C., la imagen de la abeja ha estado presente de forma sorprendentemente habitual en la numismática a lo largo de los siglos. Al parecer, acuñar monedas con este insecto como protagonista ha sido una práctica que se repite a través del tiempo y las culturas.
El profesor Adrian Dyer, de la Universidad Monash en Australia, intrigado por esta persistencia zumbadora, decidió investigar: ¿por qué esta relación tan estrecha entre las abejas (y, por extensión, la miel) y el dinero? Según publicó en la Australian Coin Review y explicó posteriormente en The Conversation, la cuestión podría tener una explicación más científica –e incluso neuroestética– de lo que imaginamos.
Del trueque al shekel: un poco de historia para endulzar el tema
- La primera forma de dinero (dejando atrás el trueque de avena y cabras) surgió en Mesopotamia hacia el 3,000 a.C., con los «shekels»: anillos de plata de unos 20 gramos, curiosamente, nombre aún usado por la moneda israelí de hoy.
- Las primeras monedas más similares a las actuales aparecieron siglos después en Anatolia (Asia Menor), entre el 650-600 a.C. Las élites de Lidia e Jonia utilizaban electrum, una rara aleación de plata y oro, para comerciar y, cómo no, para pagar a sus ejércitos.
- Fue con el rey Creso de Lidia cuando nació la brillante idea de estampar directamente en el metal el sello personal, en vez de utilizar solo cera fuera de la bolsa. Así la moneda se convirtió en una verdadera garantía de valor.
Estas monedas, símbolo físico del dinero y la riqueza, jugaron un papel central en la organización y prosperidad de muchas comunidades a lo largo de la historia, señala el profesor Dyer.
¿Por qué las abejas? Un dulzón vínculo entre cerebro y valor
No es casual que antiguos dracmas, óbolos o monedas europeas hayan portado abejas. Así, Dyer cita una obolo de plata macedonio (412-350 a.C.) –hoy resguardado en el British Museum– con la imagen de un polinizador grabado en una de sus caras. Otro ejemplo: una moneda de bronce acuñada en Éfeso (actual Turquía) entre 202 y 133 a.C. También apunta que constantemente se siguen descubriendo nuevas variedades de monedas con abejas, testigo de lo extendida que está esta práctica.
Pero, ¿por qué esta representación nos habla tanto a los humanos? Aquí llega la neuroestética, disciplina que busca entender los gustos a partir de los procesos cerebrales subyacentes. Según Dyer, una de las claves podría estar en… el sabor dulce de la miel.
Inspirándose en una teoría de la primatóloga Jane Goodall, quien observó a grandes simios usando palos para sacar miel de los panales, Dyer explica que el apetito por alimentos calóricos como la miel habría representado un paso importante en el desarrollo cognitivo de los primates, incluido el nuestro. El gusto dulce revela el alto contenido de fructosa y, tal vez, fomenta una actividad neuronal positiva –algo muy parecido al amor, asociado a las abejas– en nuestro cerebro.
En síntesis, el empleo temprano de abejas en las monedas podría haber sido una forma funcional de ilustrar el nexo entre un valor conocido, la miel, y una nueva forma de riqueza: la moneda metálica.
La relevancia (y el peligro actual) de las abejas en las monedas y el mundo
La diversidad de países y épocas que han adoptado la abeja como elemento de diseño en monedas sugiere, en palabras de Dyer, que la humanidad aprecia desde hace mucho la relación vital con estos insectos para nuestra propia prosperidad. Y la costumbre sigue viva: por ejemplo, la moneda de 20 seniti de Tonga (editada en 1968 y 1974) muestra veinte abejas volando fuera de una colmena, emitiéndose como parte de una iniciativa de la FAO para fomentar el desarrollo agrícola sostenible.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura subraya la importancia de las abejas y otros polinizadores en los servicios ecosistémicos, la seguridad alimentaria y la nutrición. Y su director, Qu Dongyu, estima que el valor anual de la polinización para la producción alimentaria mundial ronda los 600 mil millones de dólares. Sí, ¡600 mil millones! Nada mal para unos insectos de apenas unos milímetros.
- Los polinizadores contribuyen a cerca de un tercio de la comida necesaria para alimentar a la población mundial.
- Hoy, esos pequeños insectos rayados están amenazados por el cambio climático y otras influencias ambientales.
Dyer concluye que la conciencia pública sobre la importancia de las abejas y la sostenibilidad ambiental seguramente expliquen el renovado interés numismático por estos zumbadores amigos.
Así que, la próxima vez que te encuentres una moneda con una abeja, mírala con otros ojos: no solo es símbolo de riqueza. Es un recordatorio de nuestro vínculo (neuronal, histórico y ecológico) con la dulzura de la vida… ¡y de la supervivencia misma!
