Olvida Azores y Madeira: la isla portuguesa secreta que todos buscan ahora
¿Pensabas que el paraíso estaba en las Azores o en Madeira? Mejor olvídalo. Te presentamos la isla portuguesa secreta que todos buscan hoy, un pequeño edén en el que los piratas del siglo XVI y XVII dejaron huella… y algo de misterio.
Una isla de película (y sin una sola palmera caribeña)
No hace falta cruzar el Atlántico para encontrar calas secretas que fueron antiguamente guaridas de piratas. Muy cerca de nosotros, en pleno continente europeo, existe un lugar aislado y enigmático, testigo de leyendas de corsarios y de marinas tormentas. Hablamos de Berlenga Grande, la más grande (y la única habitada) de las islas Berlengas, un tesoro bien guardado de Portugal, a solo 90 kilómetros al norte de Lisboa.
¿Te suena de algo? Si no, imagina lo siguiente: un escenario digno de novela de aventuras, sin complejos hoteleros ni restaurantes a la vista. En lugar de eso, antiguos muros monásticos saqueados por piratas, acantilados moldeados por el viento y aves marinas sobrevolando aguas turquesas que nada tienen que envidiar al Caribe. Todo real.
Berlenga Grande: Historia, misterio y aguas turquesas
La ocupación de Berlenga Grande no es de ayer: los geógrafos romanos la conocían como la «isla de Saturno». Pero no fue hasta 1513 cuando una comunidad religiosa la convirtió en refugio de náufragos, tras ver cómo la costa caía víctima de corsarios y fuertes tormentas. La moda de los cruceros aún no había llegado, pero sí las malas noticias.
Aquel remoto monasterio, sin defensas ni amigos cerca, fue objetivo de sucesivas incursiones de piratas franceses e ingleses. ¿El resultado? Un edificio arrasado que aún hoy conserva su puente de piedra, intacto, uniendo el antiguo puerto y el monasterio abandonado del siglo XVII, ahora conocido como Fuerte de São João Baptista. ¿Lujo? Poco, pero sí la oportunidad de dormir en el fuerte, convertido hoy en albergue y abierto a curiosos que quieran perderse por sus patios interiores.
Cuevas de leyenda y rutas para exploradores
- La isla reserva uno de sus grandes misterios en sus grutas marinas, a las que solo acceden los más valientes (o frioleros sin remedio), sumergiéndose en sus aguas. La más famosa es la Gruta Azul, conocida por el peculiar tono de sus aguas. Por suerte, llegar hasta allí es mucho más sencillo con los típicos «barcos de fondo de cristal» de Berlenga Grande.
- Otro tesoro natural: el Furado Grande, un túnel natural de 70 metros que atraviesa la isla y no debería faltar en tu lista de imprescindibles.
¿Prefieres las caminatas? ¡Perfecto! Los senderos señalizados de Berlengas te llevarán a descubrir acantilados imponentes y bulliciosas colonias de aves marinas. Y, por supuesto, hay parada obligatoria en el faro del Duque de Bragança, que regala vistas panorámicas difíciles de olvidar (ni aunque quieras).
Si después de tanta aventura te apetece una pausa y un buen chapuzón, este destino no deja de sorprender: existe una única playa de arena accesible en este paraíso diminuto, la Praia do Carreiro do Mosteiro, muy cerca del puerto. Lugar perfecto para lanzarse a las cristalinas aguas atlánticas… o simplemente presumir de foto en redes.
Berlenga Grande, para viajeros valientes (y poco amantes del lujo)
¿Te atreverías a poner un pie en esta isla saqueada por piratas? Eso sí, conviene aclarar que el lujo aquí no existe; tendrás que conformarte con montar tu tienda de campaña o dormir en el albergue, por solo 15 euros la noche. Nada de bufés infinitos ni spa: esta joya es para los que se atreven a disfrutar de la aventura en estado puro.
Y ojo, aventurero: el acceso diario a este archipiélago está limitado a 350 visitantes. Así que, si tu objetivo es descubrir Berlenga Grande antes de que lo haga medio Instagram, reserva con antelación. Las plazas vuelan más rápido que un pájaro marino.
En resumen: Si buscas la autenticidad de un archipiélago que fue refugio de náufragos, escenario de ataques piratas y aún conserva la esencia salvaje del Atlántico, no lo dudes. Olvida Azores y Madeira, y apunta Berlenga Grande en tu mapa secreto. Pero corre, que la aventura no espera…
