“Jamás lo haríamos”: el giro polémico que indigna a las azafatas
¿Viajar más apretado que una sardina? Las decisiones de algunas aerolíneas llevan el confort a alturas insospechadamente bajas, y no solo para los pasajeros: hasta las azafatas están indignadas ante el nuevo giro de American Airlines. Prometieron que nunca lo harían. Y, sin embargo…
Cuando rentabilizar el espacio se convierte en estrategia (y pesadilla)
¿Ha notado en sus últimos vuelos que se siente cada vez más encajonado, como si le hubieran dado las llaves de un apartamento… del tamaño de una taquilla? No es imaginación suya. Se trata de una tendencia creciente: las compañías aéreas buscan meter más pasajeros (y por tanto más billetes vendidos) en el mismo tubo metálico desafiante de las leyes de la física. Para ello, ya no dudan en reducir el espacio interior de sus aviones de forma radical. Todo sea por la rentabilidad, claro.
American Airlines: confort en primera… apretujón en economy
Esto ocurre incluso en una de las compañías más grandes y antiguas del mundo, famosa por la comodidad de sus asientos en clases Premium Economy, Business y Primera clase. Aunque claro, hablemos de la economía y el panorama cambia: los pasajeros ya protestaban por el escaso espacio para estirar las piernas (¡o siquiera los dedos de los pies!). Y ahora, los descontentos no serán solo los que vuelan con el presupuesto justo.
American Airlines anunció que modificará sus Airbus A319 para añadir una fila extra en primera clase. ¿Traducimos? Sí, los asientos de primera serán más numerosos, pero el espacio para las piernas se reduce aún más y, rizando el rizo, desaparecerán las pantallas de entretenimiento que solían estar en los respaldos. Se acabó aquello de elegir película y estirarse: ahora, ni una cosa ni la otra.
El espacio se achica… ¡hasta para el personal!
Pero si penábamos que solo los pasajeros sufrirían las consecuencias, nos equivocamos. El nuevo rediseño afecta a todo el avión. El espacio será más limitado que nunca para todos, incluido el personal de cabina. Las azafatas y sobrecargos deberán sentarse en un asiento plegable, conocido como «jump seat», fijado directamente en las puertas de los baños. Sí, ha leído bien: en la mismísima puerta del baño.
Curiosamente, Doug Parker, ex director general de la compañía, había prometido que esto jamás ocurriría. «Jamás lo haríamos», decía. Es más, criticó muy duramente este tipo de configuración (ya aplicada por Delta Air Lines y United Airlines en sus Airbus A321) y señalaba estos jump seats pegados a las puertas de los baños Spaceflex de Airbus como ejemplo de incomodidad llevada al extremo.
- La referencia al asiento de emergencia número 4, anclado a los baños traseros del avión, aparece en el manual consultado por el sitio especializado View from the Wing.
- Este asiento, progresivamente instalado en todos los A319 de American Airlines, hará que el personal de cabina tenga que acomodarse –por decirlo de alguna manera– justo junto a las instalaciones más pequeñas y menos cómodas del aparato.
Polémica: cuando ni los lavabos se salvan de la tijera
La decisión de implementar estos cambios, tomada tras la salida de Doug Parker, generó una buena cantidad de disgusto entre el personal de a bordo y los pasajeros. No en vano: muchos ya se quejaban de la pequeñez de los baños y de lo poco profundos que son los lavabos. Y probabilidades de salpicaduras durante turbulencias… altas.
Las compañías defienden que buscan rentabilizar hasta el último centímetro cuadrado del fuselaje. Pero esta frenética economía de espacio, que parecía antes una excepción incómoda, ahora se convierte poco a poco en la norma del sector.
Al reducir el tamaño de los baños –y, por consiguiente, la comodidad no solo de los viajeros, sino también del personal a bordo– se sacrifica experiencia y bienestar por el sagrado objetivo de la rentabilidad. Y no lo decimos solo nosotros: el ejemplo de los lavabos minúsculos, que ya causaban malestar antes, lo deja bien claro.
Al final, las palabras pesan. Promesas como la de «jamás lo haríamos» quedan en el recuerdo, mientras viajeros y tripulantes se enfrentan a un nuevo tipo de viaje en el que cada centímetro cuenta… quizás demasiado.
