Este castillo rosa de 17 habitaciones en venta deja a todos sin palabras
¿Quién dijo que los cuentos de hadas no existen? En Concarneau, Bretaña, un castillo de esos que hacen soñar a cualquiera ha salido al mercado. Eso sí, prepara la cartera (y puede que un par de calcetines extra: los castillos no suelen tener buena calefacción). ¿Listo para descubrir los misterios y el atractivo irresistible del Castillo Rosa?
Un palacio que hace hablar a todo Concarneau
Puede que el Castillo Rosa tenga ahora más de amarillo que de rosa, pero el rumor de su venta se ha propagado en la ciudad como pólvora mojada en buen vino. Ubicado sobre el estanque del Moros, el histórico manoir de Stang-Ar-Lin lleva décadas con el apodo de «castillo rosa», aunque el tiempo y la erosión hayan cambiado su color original. Pero el nombre no se ha perdido… ni el aire de enigma que rodea su existencia.
El precio de esta joya arquitectónica no es apto para todos los bolsillos: 1.695.000 euros. Pero, si uno imagina sus 450 m², 17 habitaciones repartidas en cuatro plantas y un terreno de 1,5 hectáreas, igual la calculadora tiembla menos. De estilo neogótico, cuenta con calefacción de gasoil soplado (sí, los castillos modernos tienen sus trucos), y muchas historias entre sus gruesos muros.
Historia: de épocas doradas a días oscuros
Construido en 1903 para Gustave Bonduelle —propietario en ese tiempo de la empresa Bonduelle-Martineau—, el Castillo Rosa ha tenido más vueltas que un tiovivo parisino. Posteriormente, pasó a manos de un empresario que, ay, tuvo problemas financieros. El resultado fue un largo periodo de abandono. De hecho, esta bella dama bretona sufrió pillajes y actos de vandalismo que dejaron huella.
- Subsisten, de su época de gloria: algunos vitrales, la torre de piedra, una terraza panorámica y detalles de encorbelamiento.
- En su última etapa, fue vendido en subasta a un propietario que comenzó su renovación, pero falleció recientemente.
- Ahora, sus herederos desean venderlo, pero cuidando que su carácter histórico se conserve intacto. Porque, sinceramente, la vida de castillero no es para cualquiera.
Una joya rara, esperando su destino soñado
¿Quién se sentará ahora en el trono del Castillo Rosa? La propiedad, aunque no está incluida en el inventario suplementario de monumentos históricos (por expreso deseo de sus sucesivos dueños), bien podría estarlo. La venta está a cargo de la agencia Terre d’Immo en Quimper, dirigida por Christophe Guéguen, especializada en residencias de encanto y de prestigio.
Lo cierto es que lugar no pasa desapercibido:
«El sitio podría perfectamente adaptarse a un proyecto hotelero o un restaurante gastronómico. Ya hemos tenido visitas de franceses y extranjeros, todos con ideas más grandes que el comedor del castillo. Este castillo es realmente un bien de excepción, raro en el mercado inmobiliario», señalan desde la agencia.
Pero hay también lugar para los románticos de corazón, los amantes de la historia y la restauración: podrían comprarlo con el propósito de devolverle todo su esplendor original… Y, por qué no, recuperar su mítica tonalidad rosa, que es la guinda del pastel, nunca mejor dicho.
El misterio del color: ¿por qué era rosa?
Si bien el castillo fue rosa en sus orígenes, hoy su fachada recuerda más a una cáscara de huevo. Sin embargo, el sobrenombre ha sobrevivido a las décadas, y a más de una mano de pintura. Pero, ¿de dónde salió ese color inusual?
- El misterio permanece intacto, y abundan las preguntas: ¿Tenía el primer propietario debilidad por el rosa?
- ¿Se habría inspirado en los tradicionales refugios de marinos, tan típicos de puertos bretones y de tonos rosados, creados a principios del siglo XX?
No hay ninguna evidencia de que el castillo estuviera destinado a cobijar marineros, pero eso solo añade sabor a la leyenda local. El interrogante sigue tan abierto como el portón del castillo a nuevos soñadores.
En resumen: el Castillo Rosa es una mezcla irresistible de misterio, historia viva, y la promesa de mil proyectos por venir. Ya sea que tu sueño sea ser el rey o la reina de una mansión neogótica, montar un hotel de encanto o simplemente admirar la vista desde su terraza panorámica, quizás ha llegado el momento de sumarte a la leyenda… aunque sea solo paseando junto al estanque del Moros, imaginando qué historias guardarán sus paredes dentro de cien años.
