Descubre el “pequeño Santorini” español a solo dos horas de París
¿Sabías que a solo dos horas de París existe un rincón español que rivaliza en belleza con la famosa isla de Santorini? No es una ilusión óptica provocada por el sol de la Costa Blanca, sino un destino real, luminoso y sorprendente: Altea. Prepárate para sumergirte en este «pequeño Santorini» español que enamora a cada paso y, de paso, hace que tu cuenta bancaria respire tranquila.
Un laberinto luminoso entre el cielo y el mar
Caminar por Altea es dejarse llevar por un laberinto de calles empedradas bordeadas de casas blancas y bañadas por la explosión de color de las bugambilias. Cada rincón te invita a sacar la cámara (o el móvil, que no estamos en los 90), y jugar a perderte entre fachadas que parecen suspendidas entre el azul intenso del mar y el cielo.
A diferencia de su prima griega, Altea presume una luz cristalina, casi mágica, que realza el color de sus muros y hace brillar cada azulejo bajo el sol mediterráneo. ¿Lo mejor? Este encantador pueblo fue recientemente elegido entre los más bellos de Europa, y el prestigio no le ha hecho perder ni un ápice de autenticidad.
Un patrimonio tan vibrante como sus flores
Pasear por Altea es atravesar siglos de historia. Altea se asienta sobre una colina que vigila el horizonte, y no hay nada mejor que perderse por el dédalo de sus callejones para descubrir un patrimonio marcado por el mestizaje. Aquí, culturas ibérica, romana, musulmana y cristiana han dejado su huella, y cada esquina cuenta una capa del pasado.
- El barrio de El Fornet te lleva a la época musulmana, con sus fachadas recubiertas de coloridos azulejos.
- La calle de los Pescadores es un homenaje vivo al pasado marinero del pueblo.
Resulta difícil no sentirse tentado a detenerse en cada puerta, en cada plaza soleada, y preguntarse por los secretos que han susurrado esas piedras durante los siglos.
La joya azul en lo alto
Culminando la colina se alza majestuosa la iglesia de Nuestra Señora del Consuelo, famosa por sus relucientes cúpulas azules. Convertida en la postal por excelencia de Altea, desde los miradores cercanos se puede contemplar una panorámica que corta la respiración.
La bahía se extiende a los pies del pueblo, rodeada por las imponentes montañas de Aitana, Bèrnia y Puigcampana a un lado, mientras que al otro destacan la Punta de l’Albir, el Morró de Toix y el Peñón de Ifach. Imagina disfrutar de esta vista mientras el sol tiñe de oro el Mediterráneo… Lo sabemos: es casi imposible no suspirar.
Altea, la joya asequible de la Costa Blanca
Ya te estarás preguntando cómo se llama este pueblo de cuento. ¡Bienvenido a Altea, en la provincia de Alicante! Su nombre, de origen árabe o griego, significa «torre de vigilancia» o incluso «curar». No es de extrañar que haya sido elegido por National Geographic como el pueblo más bonito de España en 2024. Y lo mejor de todo: se encuentra a solo dos horas de avión desde París. ¿Quién dijo que hace falta cruzar medio planeta para sorprenderse?
¿Ventajas frente a su famoso primo griego? Aquí una pista: precios mucho más amables, sin que tengas que renunciar a paisajes de ensueño ni a la dolce vita mediterránea. Altea ofrece una exquisita selección de tiendas artesanales, restaurantes a orillas del mar y playas tranquilas, perfectas para quienes buscan una escapada romántica, familiar o sencillamente, unos días de desconexión total.
- Pasear y dejarse encantar por las tiendas de artesanía.
- Degustar la gastronomía local en una terraza frente al agua.
- Disfrutar de playas serenas lejos del bullicio.
- Relajarse sin temer por el presupuesto.
¿Listo para sucumbir a la tentación?
Altea es ese capricho que puedes permitirte sin remordimientos. Ya sea para un fin de semana largo o para unas vacaciones que necesitas (y te mereces), este «Santorini español» promete enamorarte con su mezcla única de lujo asequible, historia desbordante y vistas que se quedan grabadas para siempre. Si alguna vez soñaste con perderte entre cúpulas azules y calles blancas, ahora sabes dónde aterrizar. ¡Cuidado, corres el riesgo de querer quedarte para siempre!
